FISIOTERAPIA RESPIRATORIA

La fisioterapia respiratoria es una especialidad dentro de la fisioterapia general que trata las alteraciones o disfunciones que afectan al sistema pulmonar y torácico con el fin de prevenirlas, curarlas y estabilizarlas.

El objetivo no es otro que restituir de forma óptima la función respiratoria del organismo del paciente mejorando así su calidad de vida y su grado de independencia.

La fisioterapia respiratoria puede aplicarse en neonatos, pues podemos tratar la obstrucción de las vías respiratorias como consecuencia de la aspiración del líquido amniótico o de enfermedades como la displasia; en niños y niñas menores aquejados por enfermedades respiratorias asociadas a la polución y con posibilidad de desarrollar distensión pulmonar u obstrucción bronquial, y en adultos con patología broncopulmonar y torácica o enfermedades pulmonares obstructivas crónicas (EPOC).

Tras la fase de valoración previa al diseño y desarrollo de cualquier tratamiento, la terapia física respiratoria trata, en un principio, la desobstrucción de bronquios y pulmones mediante la eliminación de flemas y mucosidades para después adoptar una función reeducadora de la capacidad ventilatoria.

Las diferencias son notables entre los tratamiento de fisioterapia respiratoria en bebés, fisioterapia respiratoria infantil y las técnicas de fisioterapia respiratoria en adultos, ya que en lo que concierne a la fisioterapia respiratoria pediátrica, por ejemplo, las técnicas de rehabilitación respiratoria deben adaptarse a las características anatómicas del aparato respiratorio del bebé y a las propias de las enfermedades pediátricas.

La terapia respiratoria se aplica de forma personalizada, en sesiones individualizadas y en virtud de las características del paciente (edad, grado de dependencia, historial clínico, etc.) se trate de fisioterapia respiratoria pediátrica o de fisioterapia respiratoria en adultos.

• Cuando notemos una disminución de nuestra función respiratoria.
• Ante deformidades de la caja torácica que impidan la normalización de la función pulmonar.
• Ante enfermedades tales como bronquitis, enfisemas, fibrosis quística, neumonías, asma, atelectasia, EPOC, etc.
• Ante problemas de otitis y vegetaciones.
• En ancianos, ante patologías degenerativas.
• Tras una cirugía torácico-abdominal.

• Prevención de la pérdida de elasticidad y la aparición de infecciones broncopulmonares.
• Mejora de la función respiratoria en general (capacidad de ventilación del pulmón, reducción de la fatiga, aumento de la tolerancia al ejercicio y la adaptación a grandes esfuerzos, etc.).
• Eliminación de excesos de secreciones.
• Mejora de la elasticidad de la caja torácica.
• Prevención contra la aparición de deformidades en el tórax.
• Mejora de la capacidad de relajación.
• Refuerzo de la musculatura pulmonar.